miércoles, 30 de enero de 2008

- ORDEN DEL DESFILE DE LLAMADAS 2008 -


JUEVES 7 DE FEBRERO
SARABANDA
LA CAROLINA
YAMBO KENIA
ZUMBAE
LA FIGARI
CANDOMBEZAMBO
LA ZABALA
SON DE PALERMO
SENEGAL
LA JACINTA
MALANQUE
KINDU
CANDONGAFRICANA
ZULUCAN
LA CLINICA
CANDOMBE ADUANA
ANOFRE EBONY
ATALA QUIMBAMBA
LA CHILINGA
LA MELAZA
BANDUNDU
MAKALE

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VIERNES 8 DE FEBRERO
C 1080
ELUMBE
TRONAR DE TAMBORES
LA GOZADERA
MI MORENA
LA FUERZA
CUERDAS DE EJIDO
LA ROMA
LA TANGO
AL TOQUE CARDAL
LOS CHI CHIN
RETUMBE ENCINA
AFRICANISIMA NEGRANZA
LA GOZANEGRA
AUNKE
TEZIRAWA NGUMBA
DE ISLA DE FLORES
OKAVANGO
CAMELAN ANGO
LA MALUMBA
LULONGA
SERENATA AFRICANA
CURUMBE

LLAMADAS - JUEVES 7 DESFILA LA FIGARI!!

CONFIRMADO, LA FIGARI DESFILARA EN ESTAS LLAMADAS 2008, EL DIA JUEVES 7 DE FEBRERO.
SALDREMOS EN LA 5TA. POSICION, RONDANDO LAS 22.15 HS.
EN LA REUNION QUE MANTUVIERON LA IMM, AUDECA Y DAEPCU, SE RESOLVIO QUE AQUELLAS COMPARSAS QUE SE HABIAN POSICIONADO EN LUGARES PARES EN EL ORDEN DE PRELACION DE LA ULTIMA EDICION DE LAS LLAMADAS, DESFILARAN EL DIA JUEVES 7 DE FEBRERO, LAS DEMAS LO HARAN EL VIERNES 8.

martes, 29 de enero de 2008

QUE DIA DESFILAMOS EN LAS LLAMADAS 2008??

Comunicamos que aún no está definido el día que LA FIGARI desfilará por Isla de Flores en estas Llamadas 2008. Se está considerando por parte de la IMM la posibilidad de que se repartan las Comparsas en los dos días, tomando en cuenta la ubicación que tuvieron en la última edición de febrero/2007. Si esto se lleva a cabo, las Comparsas que ocuparon lugares pares en el ordenamiento, desfilarían el día jueves y aquellas que ocuparon lugares impares, el día viernes.
Esta noche habrá una reunión definitiva entre DAEPCU, AUDECA y la IMM para dilucidar este contencioso, si se lleva a cabo o queda todo como estaba. Cuando tengamos información al respecto, la publicaremos.

lunes, 21 de enero de 2008

LA FIGARI VIAJA EN FEBRERO


Nos están llegando invitaciones para que nuestra Comparsa esté presente en varios eventos de este Carnaval 2008, las iremos difundiendo paulatinamente.

Lunes 4 de febrero, Llamadas en la Ciudad de Atlántida - Canelones.

Domingo 10 de febrero, LA FIGARI viaja a la Ciudad de Florida para participar en el Desfile de Llamadas organizado por la Intendencia Municipal. Concurrimos como invitados especiales a ese evento, el cual tendrá un buen número de Comparsas locales concursando.

jueves, 17 de enero de 2008

PINTURA DE LOS TAMBORES Y ULTIMO ENSAYO

El viernes 01 de febrero se realizará el último ensayo de la Cuerda de Tambores de LA FIGARI, antes del desfile de Llamadas que se será el día 08 de febrero.
Los integrantes de la Cuerda deberán llevar su tambor con una base de color blanco y la madera debe estar con una suave lijada a los efectos de permitir la mejor adhesión de la pintura posterior.
Los compañeros de arte aplicarán un color naranja homogéneo a los tambores y por último se pintará el dibujo que fue seleccionado para este año.
El domingo 03 de febrero tendremos un desfile de Llamadas en Atlántida (Canelones) y concurriremos con los tambores pintados de naranja, de ahí también la importancia y lo imprescindible de entregarlos el día viernes ya con la base y la lijada.
Esto es muy importante pues estamos con los tiempos justos y no podemos demorar en lo mínimo; tenemos muchas tareas que realizar.

martes, 15 de enero de 2008

LAS LLAMADAS COMIENZAN EN COLONIA

Bajo ese título se llevará a cabo el desfile de Llamadas del próximo sábado 19 de enero en la Ciudad de Colonia del Sacramento.

LA FIGARI participará del evento con su Cuerda de Tambores y Cuerpo de Baile, concurriendo además por Montevideo, Serenata Africana, Yambo Kenia, La Gozadera y C1080; de Durazno desfilarán cuatro Comparsas, haciendo lo propio varias de Colonia.

Los/as integrantes de LA FIGARI que estén convocados/as para concurrir, deberán estar en "La Iglesia" a partir de la hora 15.45, nos trasladaremos en un confortable ómnibus.

Colonia del Sacramento nos espera para vibrar con el sonido de los tambores, allá vamos compañeros!!. Salú.

lunes, 14 de enero de 2008

Músicos Uruguayos - Eduardo Mateo

Eduardo Mateo fue uno de los músicos más influyentes de la música uruguaya. Desarrolló un estilo muy personal e inimitable de cantar y de tocar la guitarra y exploró mundos nuevos con sus músicas y sus letras. Nació en 1940 en Montevideo. Ya en su infancia tomó contacto con el candombe, la murga y la música popular carioca. Aprendió, con familiares y amigos, a tocar diversos instrumentos de percusión, cavaquinho y guitarra. A principios de los años ´60 ya era un respetado guitarrista profesional y un intérprete de bossa nova con pocos iguales en el mundo. Pero progresivamente fue asimilando otras influencias, especialmente la de los Beatles, que lo llevaron a agarrar la guitarra eléctrica y desarrollar una carrera roquera. Junto a Ruben Rada fundó el grupo El Kinto en 1967. El Kinto fue uno de los primeros conjuntos pop uruguayos en adoptar el castellano y sentó las bases del candombe-beat (la fusión de candombe con rock que hasta hoy mantiene su plena vigencia). La propuesta de El Kinto se amplió en las Musicasiones, una serie de cuatro happenings multimedia coordinados por Mateo y Horacio Buscaglia en 1969. A partir de 1970 Mateo se lanzó en carrera solista. La década del ´70 estuvo marcada por una acentuación de su personalidad difícil, de envolvimiento con drogas, de sospechas de locura, de un estilo de vida que lo apartó de la posibilidad de una carrera regular y con frecuencia lo mantuvo al borde de la miseria material. Por otro lado, Mateo siempre fue intransigente y aventurero en lo estético, y en el momento en que el gran público empezaba a digerir su música, él ya se salía con un estilo distinto y aún más extraño que el anterior. El período dictatorial, además, llevó a que, por reacción, la dimensión política y el estilo dicho folklorista asumieran la preponderancia en la canción popular uruguaya, llevando al segundo de los movimientos llamados "Canto Popular". Mateo nunca fue plenamente integrado por esa corriente, manteniéndose apartado, por lo tanto, del círculo más "prestigioso" de la cultura uruguaya de entonces. Sin embargo, nunca dejó de ejercer una influencia "subterránea" entre músicos. Terminado el período dictatorial, su "ideología musical" ocupaba un buen puesto en la escena montevideana y muchas de sus idiosincrasias ya eran aprovechadas, aquí y allá, como elementos integrados al patrimonio musical uruguayo común, como si fueran "géneros" tradicionales. Fue revalorizado y, ya años antes de su fallecimiento en 1990, era unánimemente reconocido como una figura fundamental de la música nacional. La obra de Mateo es demasiado variada para ser sintetizada. Mateo incursionó en extremos de sencillez y complejidad, tuvo etapas estrictamente acústicas y otras en las que exploró un sonido "tecno". Nunca tuvo pruritos en fusionar los géneros más diversos, mezclando jazz y rock con candombe y milonga y con influencias árabes, hindúes, africanas, brasileñas, españolas, caribeñas y de la música erudita (es de notar que realizó ese tipo de fusiones ya a finales de los ´60, unos veinte años antes de que se pusiera de moda la World Music). La mayoría de sus creaciones se ubican en el terreno de la canción popular, entre el entretenimiento y la autoexpresión, pero muchas obras suyas de sus últimas etapas (su período "Máquina del Tiempo") reflejan una búsqueda de trascendencia de la dimensión meramente comunicativa, internándose en terrenos de filosofía cósmica que lindan con lo religioso y lo místico.

Anécdotas de Eduardo Mateo

RUBÉN RADA “Nos veíamos o todos los días o día por medio, o sea que yo calculo que con Mateo habremos compuesto más de quinientos temas. Temas que componíamos y no les dábamos pelota, papeles que tirábamos por todos lados. [...] Mateo era un tipo fenómeno. Un tipo que vivía para la guitarra y para tocar y para componer. [...] No teníamos un mango, estábamos cagados de hambre pero fue la mejor época de mi vida. [...] Aparte –yo no sé– pero la madre de él era nacida medio negra, ¿me entendés?... Y el loco tocaba candombe como el mejor. Como nunca vi un guitarrista en mi vida tocar candombe. [...] Nosotros empezamos a componer candombe con otra temática, con guitarra, con los sonidos, con los acordes y la onda de los Beatles, así que toda la corriente que nosotros creamos en Uruguay fue lo mismo que pasó en todo el mundo. [...] Pero tratábamos de conservar lo nuestro”. URBANO MORAES “Mateo cuando estaba junto con Rada era un disparate. Esos dos tipos juntos hacían temas caminando por la calle, en un boliche, en cualquier lado. [...] De ahí como que fue saliendo EL KINTO. [...] Yo estaba tocando el bajo y de repente me equivoqué en una nota, pisé al lado, simplemente, ¡y el loco que rajó una puteada adelante de todo el mundo! que pasé tanta vergüenza, loco, tanta vergüenza que me descolgué el bajo, me lo saqué, desenchufé el cable, lo agarré y me fui. [...] ‘No puede ser que sea tan malo, tan destructivo’. ...Entonces fueron todos pa’dentro del estudio a ver qué pasaba [...] y yo me quedé jodiendo con el piano. Yo me quedé solo y me trabajé un ‘negro sentimental’, así, blusero. [...] Y no sé cómo Mateo, desde adentro de la cabina, el loco sabía lo que yo estaba haciendo. [...] Y después, en la Musicación –que habían pasado varios días–, apareció un bache. Faltó un tipo que estaba en un boliche [...] y a Mateo se le ocurrió: ’Loco, hacé aquel tema que hiciste en el estudio’, y me tiró pa’l medio del escenario. [...] ‘¿Pero vos’tás loco... de qué me estás hablando, anormal?” [...] El teatro todo negro, lleno de gente esperando que yo hiciera algo [...] y la gente se murió. Me di toda la vuelta por detrás del escenario, me encontré con Mateo, dimo’un abrazo y no sé qué... y me asomo y seguían aplaudiendo. Y bueno, un día pasó una cosa que bailó todo el mundo con EL KINTO [...] fue en el Olimpia. [...] Y Mateo hizo como que me llamaba por teléfono a mí, ¿no? Yo del otro lado lo atendí y empezamo’a hablar por teléfono y toda la noche el tema fue una conversación telefónica entre Mateo y yo”.JAIME ROOS “Mateo, aparte, tenía la reputación de estar siempre fumado, cuando todo el mundo hablaba de fumo y nadie sabía cómo era [...] y se hizo famoso por los célebres ‘divagues’, que en tanta gente quedaban mal pero que en Mateo quedaban, como siempre, como una cuenta más al collar de la leyenda. [...] Él siempre estaba vestido de una forma o decía cosas o hacía cosas que eran siempre magníficas. Llegó el momento en que separó EL KINTO. Corría cualquier tipo de rumores en aquella época. Por ejemplo, que cuando se separaron se mearon entre ellos. Otra era que en las últimas épocas de EL KINTO afinaban todos sus instrumentos y Mateo antes de subir al escenario desafinaba su guitarra para que el grupo sonara realmente mal”. El proyecto más serio en el cual yo participé junto a Mateo fue La máquina del tiempo en el Anglo, en donde, bueno, guardo la sensación más profunda que yo recuerde sobre un escenario”.ROBERTO SAMPOGNARO “Una noche cayó por mi apartamento del centro: ‘¿Vos sabés que me viene una cosa que parece que me voy a morir, que estoy con un susto...? Entonces lo llevé al hospital Maciel, a Urgencias. Al rato viene la enfermera y me dice: ‘Muchachos, váyanse o se los va a llevar la cana. Tiene una falopa arriba éste que no da más’. [...] Y entonces le di un café y esa noche se vino a quedar acá, al cuarto de servicio, como un chiquilín chico: que dejara la luz prendida toda la noche y lo fuera a ver cada media hora”. MARIANA INGOLD “¡Por la Pepsi! –dijo en el recital Coke in concert–. [...] Hubo un lío, ahí. Coca-Cola se enojó. Y después del recital Mateo entró con una botella envuelta en papel de diario. Y tomaba así en la botella. Y nosotros estábamos todos temblando [...] ¡Ay, socorro, si es Pepsi o si es grapa quedamos pegados! Y Mateo hizo así y la mostró: una botella de Coca-Cola. Todo orgulloso ¿viste? A mi me daba lástima porque sentía que era imposible que la gente se pusiera a bailar con eso. Podía bailar la mama vieja y algo más. Pero el tipo pensaba que eso podía llegar a ser comercial y realmente’taba difícil ¿no?".GUSTAVO PÍRIZ “En el caso de Mateo no había pista de qué había que hacer, cuántos temas, cómo, qué formaciones... ¿había invitados? [...] Todo estaba sin definirse antes de hacerse el disco. [...] Él tenía un cuaderno y en cada página del cuaderno él tenía una servilletita de un bar u otro papelito equivalente donde tenía anotada la letra del tema. [...] Pero el arreglo lo terminaba de elaborar ahí y dependiendo incluso del instrumento que tuviera. [...] Por ahí alternaba con un tema y decía: –Ésta no, ésta tampoco, ésta tampoco... ¡Y eran cosas impresionantes! [...] Y este proceso de borrar lo del día anterior y volver a hacer otras cosas corrió durante cuatro o cinco días. [...] Entonces a partir de ese punto decidí que iba a empezar a decidir yo qué era lo que estaba bien o mal. [...] Eduardo Rozas tuvo otro trabajo meritorio en ese disco –Mateo solo bien se lame, 1971–: hacía guardia en la puerta del hotel de Mateo antes de que Mateo se divagara. [...] Paraba el auto en la puerta y lo atajaba a Mateo antes de salir y ya lo traía derecho al estudio”.JORGE TRASANTE “Cada vez que venía a casa, tú entrabas y había un corredor largo, doblabas a la izquierda, después a la derecha y el último apartamento a la derecha era mi casa. Y cuando entraba, yo siempre estaba tocando. Escuchaba los tambores y él entraba y me decía que esos golpes lo iban llevando ¿viste? Era como un imán que lo traía hasta casa. Entonces me lo dedicó, ese tema –canción para el tamborero–”. CARLOS PÁJARO CANZANI “Con Mateo nos encontramos en el bar El Prado y él venía del cine Pocitos donde habían pasado el Concierto para Bangladesh. Y él había ido a ver el concierto nada más que para ver lo que había hecho Harrison –THE BEATLES–. Y él llegó completamente enojado, de mal humor, así –con los ceños fruncidos– diciéndome: –¡Qué mal tocó Harrison, no se puede creer!... ¡como si fuera un amigo de él que estaba jugando en la esquina al fútbol!”. KANO “Otro día cae Mateo [...] con Tanguito, cae. ¡Un olor ese Tanguito! Se ve que hacía meses que no se bañaba. Tanguito agarra la guitarra y se pone a imitar a Jimmy Hendrix haciendo los sonidos con la voz. Mateo estaba súper alegre y le decía: –Tanguito, te felicito, te felicito. Te felicito porque estás muy loco. ¡Me encanta que estés tan loco”. MAURICIO UBAL “El argentino León Gieco había incorporado a su repertorio –con la letra cambiada– el príncipe azul y se presentaba en Montevideo con bastante suceso. Mateo concurre al local del espectáculo durante el ensayo previo, se presenta a Gieco y le pide dos entradas para poder ver el recital. Emocionado y agradecido por el gesto, el artista visitante le procura rápidamente lo solicitado. Nuestro músico sale, vende las invitaciones a mitad de precio... y arranca para el boliche”. FERNANDO CABRERA “Antes de conocerlo fui a un recital suyo en el Templo del Sol [...] y él hablaba y hablaba y jugaba con el humor. [...] Deben haber sido unos cuarenta minutos de improvisación sin parar de hablar hasta que terminó, se levantó, saludó y se fue. No tocó una nota. La gente quedó entre sorprendida y rabiosa y él bajó los escalones del escenario, rumbeó para la calle y no volvió en toda la noche. Un show total”. “En los primeros setenta Mateo hizo un recital en el cine Pocitos. Estaba lleno de gente. Después de algunas canciones anunció ‘un solo de guitarra’. Salió dejando el instrumento apoyado sobre una silla iluminada. A los pocos segundos el público chapó el chiste conceptual y muchos empezaron a reírse y a aplaudir el buen humor, el ingenio, la locura y, ¿por qué no? el vanguardismo de Mateo. Al cabo de cuarenta minutos ya varios protestaban, entre desconcertados e impacientes: saliendo indignados empezaron a vaciar el teatro. El espectáculo ya no seguiría. En el boliche de la esquina algunos se fijaron en Mateo, medio ebrio, levantando el enésimo vaso y saludando sonriente”. QUICO CICCONE “Lo encontraba en 18, por supuesto. El loco pedía a todo el mundo, mangueaba plata para un café y de pronto pasaba otro por ahí y decía: –Ché, Mateo, ¿me invitás con un café? Y Mateo decía: –Sí, tomá. Le daba la guita que te había mangado a vos adelante tuyo, de pronto. No le importaba”. RUBÉN RADA “El loco no estaba ni ahí de lo que pasaba en el país ni en la Tierra ni nada. Y a pesar de que fue un tipo que sufrió mucho, que en la época del Proceso le pegaron, le hicieron mucho daño. Le cagaron la vida porque el loco no se quedaba callado, el loco se cagaba en todo. [...] ¿Cómo lo vas a meter preso, como vas a querer hacerle preguntas coherentes a un tipo que no’tá ni ahí de la política ni del Fondo Monetario ni del batllismo? No existe el orden para él”..

Extraido del libro "Razones Locas, el paso de Eduardo Mateo por la Música Uruguaya" Guilherme de Alencar Pinto - 2002 Zero Ediciones, Buenos Aires, Argentina.

jueves, 10 de enero de 2008

Escritores uruguayos - Mario Benedetti "Los Pocillos"

Los pocillos eran seis: dos rojos, dos negros, dos verdes, y además importados, irrompibles, modernos. Habían llegado como regalo de Enriqueta, en el último cumpleaños de Mariana, y desde ese día el comentario de cajón había sido que podía combinarse la taza de un color con el platillo de otro. "Negro con rojo queda fenomenal", había sido el consejo estético de Enriqueta. Pero Mariana, en un discreto rasgo de independencia, había decidido que cada pocillo sería usado con su plato del mismo color.
"El café ya está pronto. ¿Lo sirvo?", preguntó Mariana. La voz se dirigía al marido, pero los ojos estaban fijos en el cuñado. Este parpadeó y no dijo nada, pero José Claudio contestó: "Todavía no. Esperá un ratito. Antes quiero fumar un cigarrillo." Ahora sí ella miró a José Claudio y pensó, por milésima vez, que aquellos ojos no parecían de ciego.
La mano de José Claudio empezó a moverse, tanteando el sofá. "¿Qué buscás?", preguntó ella. "El encendedor." "A tu derecha." La mano corrigió el rumbo y halló el encendedor. Con ese temblor que da el continuado afán de búsqueda, el pulgar hizo girar varias veces la ruedita, pero la llama no apareció. A una distancia ya calculada, la mano izquierda trataba infructuosamente de registrar la aparición del calor. Entonces Alberto encendió un fósforo y vino en su ayuda. "¿Por qué no lo tirás?" dijo, con una sonrisa que, como toda sonrisa para ciegos, impregnaba también las modulaciones de la voz. "No lo tiro porque le tengo cariño. Es un regalo de Mariana."
Ella abrió apenas la boca y recorrió el labio inferior con la punta de la lengua. Un modo como cualquier otro de empezar a recordar. Fue en marzo de 1953, cuando él cumplió 35 años y todavía veía. Habían almorzado en casa de los padres de José Claudio, en Punta Gorda, habían comido arroz con mejillones, y después se habían ido a caminar por la playa. El le había pasado un brazo por los hombros y ella se había sentido protegida, probablemente feliz o algo semejante. Habían regresado al apartamento y él la había besado lentamente, morosamente, como besaba antes. Habían inaugurado el encendedor con un cigarrillo que fumaron a medias. Ahora el encendedor ya no servía. Ella tenía poca confianza en los conglomerados simbólicos, pero, después de todo, ¿qué servía aún de aquella época?
"Este mes tampoco fuiste al médico", dijo Alberto.
"No."
"¿Querés que te sea sincero?"
"Claro."
"Me parece una idiotez de tu parte."
"¿Y para qué voy a ir? ¿Para oirle decir que tengo una salud de roble, que mi hígado funciona admirablemente, que mi corazón golpea con el ritmo debido, que mis intestinos son una maravilla? ¿Para eso querés que vaya? Estoy podrido de mi notable salud sin ojos."
La época anterior a la ceguera, José Claudio nunca había sido especialista en la exteriorización de sus emociones, pero Mariana no se ha olvidado de cómo era ese rostro antes de adquirir esta tensión, este resentimiento. Su matrimonio había tenido buenos momentos, eso no podía ni quería ocultarlo. Pero cuando estalló el infortunio, él se había negado a valorar su amparo, a refugiarse en ella. Todo su orgullo se concentró en un silencio terrible, testarudo, un silencio que seguía siendo tal, aún cuando se rodeara de palabras. José Claudio había dejado de hablar de sí.
"De todos modos debería ir", apoyó Mariana. "Acordate de lo que siempre te decía Menéndez."
"Cómo no, que me acuerdo: Para Usted No Está Todo Perdido. Ah, y otra frase famosa: La Ciencia No Cree en Milagros.
Yo tampoco creo en milagros." "¿Y por qué no aferrarte a una esperanza? Es humano."
"¿De veras?" Habló por el costado del cigarrillo.
Se había escondido en sí mismo. Pero Mariana no estaba hecha para asistir, simplemente para asistir, a un reconcentrado. Mariana reclamaba otra cosa. Una mujercita para ser exigida con mucho tacto, eso era. Con todo, había bastante margen para esa exigencia; ella era dúctil. Toda una calamidad que él no pudiese ver; pero esa no era la peor desgracia. La peor desgracia era que estuviese dispuesto a evitar, por todos los medios a su alcance, la ayuda de Mariana. El menospreciaba su protección. Y Mariana hubiera querido -sinceramente, cariñosamente, piadosamente- protegerlo.
Bueno, eso era antes; ahora no. El cambio se había operado con lentitud. Primero fue un decaimiento de la ternura. El cuidado, la atención, el apoyo, que desde el comienzo estuvieron rodeados de un halo constante de cariño, ahora se habían vuelto mecánicos. Ella seguía siendo eficiente, de eso no cabía duda, pero no disfrutaba manteniéndose solícita. Después fue un temor horrible frente a la posibilidad de una discusión cualquiera. El estaba agresivo, dispuesto siempre a herir, a decir lo más duro, a establecer su crueldad sin posible retroceso. Era increíble cómo hallaba a menudo, aún en las ocasiones menos propicias, la injuria refinadamente certera, la palabra que llegaba hasta el fondo, el comentario que marcaba a fuego. Y siempre desde lejos, desde muy atrás de su ceguera, como si ésta oficiara de muro de contención para el incómodo estupor de los otros.
Alberto se levantó del sofá y se acercó al ventanal.
"Que otoño desgraciado", dijo, "¿Te fijaste?" La pregunta era para ella.
"No", respondió José Claudio. "Fijate vos por mí."
Alberto la miró. Durante el silencio, se sonrieron. Al margen de José Claudio, y sin embargo, a propósito de él. De pronto Mariana supo que se había puesto linda. Siempre que miraba a Alberto se ponía linda. El se lo había dicho por primera vez la noche del 23 de abril del año pasado, hacía exactamente un año y ocho días: una noche en que José Claudio le había gritado cosas muy feas, y ella había llorado, desalentada, torpemente triste, durante horas y horas, es decir, hasta que había encontrado el hombro de Alberto y se había sentido comprendida y segura. ¿De dónde extraería Alberto esa capacidad para entender a la gente? Ella estaba con él, o simplemente lo miraba, y sabía de inmediato que él la estaba sacando del apuro. "Gracias", había dicho entonces. Y todavía ahora la palabra llegaba a sus labios directamente desde su corazón, sin razonamientos intermediarios, sin usura. Su amor hacia Alberto había sido en sus comienzos gratitud, pero eso (que ella veía con toda nitidez) no alcanzaba a depreciarlo. Para ella, querer había sido siempre un poco agradecer y otro poco provocar la gratitud. A José Claudio, en los buenos tiempos, le había agradecido que él, tan brillante, tan lúcido, tan sagaz, se hubiera fijado en ella, tan insignificante. Había fallado en lo otro, en eso de provocar la gratitud, y había fallado tan luego en la ocasión más absurdamente favorable, es decir, cuando él parecía necesitarla más.
A Alberto, en cambio, le agradecía el impulso inicial, la generosidad de ese primer socorro que la había salvado de su propio caos, y, sobre todo, ayudado a ser fuerte. Por su parte, ella había provocado su gratitud, claro que sí. Porque Alberto era un alma tranquila, un respetuoso de su hermano, un fanático del equilibrio, pero también, y en definitiva, un solitario. Durante años y años, Alberto y ella habían mantenido una relación superficialmente cariñosa, que se detenía con espontánea discreción en los umbrales del tuteo y sólo en contadas ocasiones dejaba entrever una solidaridad algo más profunda. Acaso Alberto envidiara un poco la aparente felicidad de su hermano, la buena suerte de haber dado con una mujer que él consideraba encantadora. En realidad, no hacía mucho que Mariana había obtenido a confesión de que la imperturbable soltería de Alberto se debía a que toda posible candidata era sometida a una imaginaria y desventajosa comparación.
"Y ayer estuvo Trelles", estaba diciendo José Claudio, "a hacerme la clásica visita adulona que el personal de la fábrica me consagra una vez por trimestre. Me imagino que lo echarán a la suerte y el que pierde se embroma y viene a verme."
"También puede ser que te aprecien", dijo Alberto, "que conserven un buen recuerdo del tiempo en que los dirigías, que realmente estén preocupados por tu salud. No siempre la gente es tan miserable como te parece de un tiempo a esta parte."
"Qué bien. Todos los días se aprende algo nuevo." La sonrisa fue acompañada de un breve resoplido, destinado a inscribirse en otro nivel de ironía.
Cuando Mariana había recurrido a Alberto en busca de protección, de consejo, de cariño, había tenido de inmediato la certidumbre de que a su vez estaba protegiendo a su protector, de que él se hallaba tan necesitado de amparo como ella misma, de que allí, todavía tensa de escrúpulos y quizás de pudor, había una razonable desesperación de la que ella comenzó a sentirse responsable. Por eso, justamente, había provocado su gratitud, por no decírselo con todas las letras, por simplemente dejar que él la envolviera en su ternura acumulada de tanto tiempo atrás, por sólo permitir que él ajustara a la imprevista realidad aquellas imágenes de ella misma que había hecho transcurrir, sin hacerse ilusiones, por el desfiladero de sus melancólicos insomnios. Pero la gratitud pronto fue desbordada. Como si todo hubiera estado dispuesto para la mutua revelación, como si sólo hubiera faltado que se miraran a los ojos para confrontar y compensar sus afanes, a los pocos días lo más importante estuvo dicho y los encuentros furtivos menudearon. Mariana sintió de pronto que su corazón se había ensanchado y que el mundo era nada más que eso: Alberto y ella.
"Ahora sí podés calentar el café", dijo José Claudio, y Mariana se inclinó sobre la mesita ratona para encender el mecherito. Por un momento se distrajo contemplando los pocillos. Sólo había traído tres, uno de cada color. Le gustaba verlos así, formando un triángulo.
Después se echó hacia atrás en el sofá y su nuca encontró lo que esperaba: la mano cálida de Alberto, ya ahuecada para recibirla. Qué delicia, Dios mío. La mano empezó a moverse suavemente y los dedos largos, afilados, se introdujeron por entre el pelo. La primera vez que Alberto se había animado a hacerlo, Mariana se había sentido terriblemente inquieta, con los músculos anudados en una dolorosa contracción que le había impedido disfrutar de la caricia. Ahora no. Ahora estaba tranquila y podía disfrutar. Le parecía que la ceguera de José Claudio era una especie de protección divina.
Sentado frente a ellos, José Claudio respiraba normalmente, casi con beatitud. Con el tiempo, la caricia de Alberto se había convertido en una especie de rito y, ahora mismo, Mariana estaba en condiciones de aguardar el movimiento próximo y previsto. Como todas las tardes, la mano acarició el pescuezo, rozó apenas la oreja derecha, recorrió lentamente la mejilla y el mentón. Finalmente se detuvo sobre los labios entreabiertos. Entonces ella, como todas las tardes, besó silenciosamente aquella palma y cerró por un instante los ojos. Cuando los abrió, el rostro de José Claudio era el mismo. Ajeno, reservado, distante. Para ella, sin embargo, ese momento incluía siempre un poco de temor. Un temor que no tenía razón de ser, ya que en el ejercicio de esa caricia púdica, riesgosa, insolente, ambos habían llegado a una técnica tan perfecta como silenciosa.
"No lo dejes hervir", dijo José Claudio.
La mano de Alberto se retiró y Mariana volvió a inclinarse sobre la mesita. Retiró el mechero, apagó la llamita con la tapa de vidrio, llenó los pocillos directamente desde la cafetera.
Todos los días cambiaba la distribución de los colores. Hoy sería el verde para José Claudio, el negro para Alberto, el rojo para ella. Tomó el pocillo verde para alcanzárselo a su marido, pero antes de dejarlo en sus manos, se encontró con la extraña, apretada sonrisa. Se encontró además, con unas palabras que sonaban más o menos así: "No, querida. Hoy quiero tomar en el pocillo rojo."
Montevideanos 1959

martes, 8 de enero de 2008

HUGO FATTORUSO - Un músico de raza

El sábado 26 de enero a partir de las 22 horas, el músico uruguayo Hugo Fattoruso compartirá una velada de "música entre amigos" en "La Iglesia"
La Figari invita entonces a que nos acompañen en esta mágica noche con la presencia de este destacado artista. Luego de su actuación se realizará un baile.
Servicio de Cantina / Invitación - $ 100.00
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Es músico desde que tiene memoria, ya que sus primeros contactos musicales los tuvo cuando era apenas un bebé y su padre lo llevaba, alzado, a escuchar los tambores del carnaval. Sus primeros acercamientos al candombe, interpretado entonces sólo por gente de color, determinaron el estilo de Hugo, aunque él mismo asegura que lo suyo es apenas una aproximación a la magia de aquellos maestros que llevaban literalmente la música en su sangre.
Las predilecciones de su padre, un experto en radios a válvulas, no se limitaban por cierto a los tambores; era también un fanático del jazz, del tango y de la música brasilera. En cuanto a su madre, cantante lírica, escuchaba preferentemente música clásica, óperas y zarzuelas.
"Ya casi ni recuerdo esa primerísima infancia, pero mis padres me cuentan que desde muy chiquito mostraba una fuerte inclinación por la música; apenas había aprendido a caminar y ya agarraba los discos y los ponía en la vitrola. Me parece que debo haber sido medio niño prodigio, porque el primer instrumento que toqué en serio, a los siete años, fue el acordeón a piano. En aquella época eran muy comunes los grupos de acordeones y guitarras. En cualquier club había un piano, y había cientos de orquestas que tocaban en los bailes populares, en los que se escuchaba música de todo tipo, incluso flamenco."
A los nueve, Hugo integró con su padre Antonio y su hermano Osvaldo el Trío Fattoruso, en el que Osvaldo, con cinco años, estaba a cargo de la batería. Antonio era el bajista, y tocaba un instrumento que él mismo había construido con ayuda de un palo de escoba y una única cuerda.
Increíblemente, el pintoresco trío sonaba muy bien, o al menos lo suficientemente bien como para animarse a presentaciones en público en varios festivales callejeros.
"DE NIÑO ESTUDIABA POCO, Y A VECES ZAFABA EN LAS LECCIONES HACIENDOLE ALGUNA TRAMPITA A MI PROFESORA DE PIANO"
"Al piano lo empecé a estudiar en serio a partir de los diez años, aunque no era un alumno muy dedicado que digamos. De hecho, soy mucho más dedicado ahora, de grande; hoy en día siento la necesidad de estar totalmente en forma a través del estudio, de sacarme todo el herrumbre posible de las manos. De niño estudiaba poco, y a veces zafaba en las lecciones haciéndole alguna trampita a mi profesora. La cosa era así: la profesora me decía: "para el miércoles, Huguito, me estudiás desde aquí hasta aquí". Y yo le decía: "a ver, ¿no me lo toca un poquito?". Y entonces ella lo tocaba, yo lo retenía y después lo sacaba de memoria; me hacía el que leía, pero en realidad lo tocaba de memoria. Y un día me pescó. Me descubrió porque yo sin darme cuenta estaba tocando en un tono diferente al escrito; la melodía era correcta, pero la tonalidad no."
Más allá de esas travesuras, durante seis años Hugo siguió estudiando el piano clásico apoyándose en su enorme facilidad para la música.
Una facilidad que le permitió también ir aprendiendo paralelamente el contrabajo. Tenía apenas dieciséis años cuando incorporó el bajo acústico como instrumento principal, integrándose como el miembro más joven de los Hot Blowers, un grupo de jazz con el que recorrió toda América Latina hacia fines de los 50.
Hugo recuerda esta etapa como clave para su desarrollo en armonía y contrapunto, aprendizaje que lo ayudaría a fortalecer una de las vigas maestras que sostienen su música: el ate consumado de la improvisación.
A comienzos de los 60 el rock comenzó a tallar con fuerza inusitada en el mundo de la música, marcando con su impronta a la mayoría de los intérpretes y compositores de ese tiempo. La respuesta de Hugo al nuevo desafío se concretó en Los Shakers, junto a su hermano Osvaldo y músicos como Roberto Capobianco (bajo y voz) y Carlos Vila (batería y voz). El éxito del grupo en América Latina fue rotundo, cautivando a los diversos públicos con su inédita combinación de bossa nov, rock, candombe y la nueva onda de la canción urbana uruguaya.
Casi diez años más tarde, a fines de los 60, crea Opa, una agrupación nacida en el curso de una estadía de Hugo en Nueva York, donde volvería a reunir las influencias del jazz, rock, candombe y música del Brasil, con Hugo en piano y sintetizadores, Osvaldo en batería y percusión y Ringo Thielman, su amigo de la infancia, en bajo. Opa fue un auténtico hito, y uno de los grandes puntos de partida de las nuevas formas musicales uruguayas. En lo personal, implicó una consagración para Hugo, quien llegó a recorrer los Estados Unidos trabajando con artistas como Hermeto Pascoal, Ron Carter y los Dixie Dregs.
Después de colaborar con Milton Nascimento, Hugo vivió varios años en Río de Janeiro, interactuando con artistas como Djavan, Geraldo Azevedo, Chico Buarque, Nana Vasconcelos y Toninho Horta.
Con Milton colaboró activamente (teclado y acordeón) en los arreglos de muchos de los temas integrantes de discos Milton, Journey to Dawn, Planeta Blue, Na Estrada do Sol, Angelus y en el CD Nascimento, ganador en 1997 del Grammy en la categoría de World Music. De su experiencia neoyorquina surgió el memorable CD de Hugo, Homework.
"CUANDO LA GENTE DE COLOR TOCA LOS TAMBORES, DE PRONTO PARECE QUE DE LOS PARCHES SURGIERAN MELODÍAS O COROS"
Actualmente se encuentra presentado en distintas ciudades del mundo, particularmente en Buenos Aires, donde está siendo cada vez más reconocido por un creciente grupo de entusiastas, sobre todo a partir de su excelente espectáculo Rey Tambor, que presenta junto a las más importante cuerda de tambores montevideana, y Eras, un show intimista donde vuelve sobre los mayores logros de su carrera, a la vez que presenta sus últimas composiciones, en las que suma y decanta su sabiduría musical, profundamente marcada por el toque inefable de los intérpretes de color.
EL COLOR DE LA MUSICA
¿Hay una diferencia de toque entre un músico negro y un músico blanco?
Sin duda. Hasta hace cuarenta años, cuando yo tenía 20, los tambores eran la gran base de la música popular uruguaya, y la diferencia estaba en que la gente que actuaba en esos tiempos en los concursos de carnaval era gente de color, casi no había ningún blanco tocando. Más tarde, seducido por los tambores, el blanco de a poco los fue incorporando, al punto que el fenómeno se revirtió, tanto que ahora la mayoría de los tocadores son de raza blanca; las familias de gente de color han ido dispersándose paulatinamente.
¿Era otro toque?
Era otro toque, y en mi opinión a los blancos no nos va a salir nunca como a ellos. Nosotros podemos absorber el toque, lo podemos reproducir, imitar, y por cierto hay muy buenos tocadores blancos, pero el lenguaje es otro, a pesar de que parece el mismo es otro, hay algo que me parece que no está, algo que tal vez tiene que ver con el pulso y la precisión. Es difícil explicarlo, pero la gente de color, acá y en cualquier otro lugar del mundo, siempre va a llevar una cierta ventaja, tienen otro sabor, otra cadencia, algo tan sutil como puede ser la distancia micro milimétrica entre una nota y la otra. Cuando la gente de color toca los tambores, de pronto parece que surgieran melodías de los parches, o a veces uno tiene la sensación de estar escuchando un coro, y obviamente no hay ningún coro, se produce como una ilusión auditiva tan intensa que a veces uno piensa... ¿estoy oyendo bien o estoy loco?.
Se produce un efecto mágico.
Es mágico, Más sencillamente, yo diría que lo que tocan ellos es música, y lo que nos sale a nosotros los blancos es... algo parecido. Y lo digo con todo respeto por los excelentes intérpretes blancos que por supuesto hay; de hecho soy blanco, y toco el tambor cada domingo y todos los días que puedo con mis amigos, que son músicos estupendos, pero de algún modo es como si estuviéramos aprendiendo, yo al menos lo siento así, siento que estoy siempre tratando de alcanzar aquello que mi mente, mi alma y mi corazón recibieron cuando mi padre me llevaba a escuchar a aquellos morenos que, ellos sí, sin duda alguna, tenían la música en la sangre

Reportaje: Revista Cabal Uruguay No. 29

viernes, 4 de enero de 2008

6 DE ENERO - DESFILE DE SAN BALTASAR

Este próximo domingo - 6 de enero - se realiza como todos los años el "Desfile de San Baltasar" por la calle Isla de Flores en Barrio Sur/Palermo. LA FIGARI participará del evento con Cuerda de Tambores y Cuerpo de Baile.

La cita es en "La Iglesia" a partir de las 17.45 hs., no vestiremos ropa de desfile. Los tamborileros deberán llevar una remera con los colores Figari y las/os integrantes del Cuerpo de Baile con calzas/pantalones negros y remeras naranja, verde manzana o azul.

Nos estamos viendo entonces, un gran abrazo para todos.

Francisco

jueves, 3 de enero de 2008

ACTIVIDADES DE LA FIGARI HASTA LAS LLAMADAS


Compañeros/as;
Tenemos el mes de enero para ensayar y corregir todo aquello que aún no nos sale bien. Los ensayos son imprescindibles para salvar errores y evaluar nuestro potencial como Comparsa.

Tomemos conciencia que dentro de un mes estamos desfilando en Isla de Flores, depende de nosotros el que tengamos una presentación acorde con nuestros antecedentes. La concurrencia a los ensayos, la actitud que pongamos en los mismos, la puntualidad, son contribuciones que hacemos para nuestro éxito.

Tenemos todo para estar bien, vamo´arriba La Figari!!

Este es el cronograma de actividades hasta Febrero.
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Sábado 5 de Enero - Colonia del Sacramento -"Desfile de San Baltasar", toda la Comparsa deberá estar a las 13.45 hs. en "La Iglesia".

Domingo 6 de Enero - Barrios Sur / Palermo, Calle Isla de Flores - "Desfile de San Baltasar" - toda la Comparsa (aún no tenemos el horario)

Lunes 7 de Enero - Ensayo del Cuerpo de Baile (todos sus integrantes) en "La Iglesia" 20.00 hs.

Miércoles 9 de Enero - Ensayo General de Cuerda de Tambores y Cuerpo de Baile - 20.00 hs. en Concepción del Uruguay

Domingo 13 de Enero - Ensayo de la Cuerda de Tambores - 17.30 hs en Concepción del Uruguay (se invita al Cuerpo de Baile).

Lunes 14 de Enero - Ensayo del Cuerpo de Baile (todos su integrantes) en "La Iglesia" - 20.00 hs.

Miércoles 16 de Enero - Ensayo General de la Cuerda de Tambores y Cuerpo de Baile en Concepción del Uruguay, 20.00 hs.

Sábado 19 de Enero - Colonia del Sacramento - La Figari participa en Desfile de Llamadas (más adelante informaremos los pormenores).

Lunes 21 de Enero - Ensayo del Cuerpo de Baile (todos sus integrantes) en "La Iglesia" - 20.00 hs.

Miércoles 23 de Enero - Ensayo General de la Cuerda de Tambores y Cuerpo de Baile en Concepción del Uruguay, 20.00 hs.

Domingo 27 de Enero - Ensayo de la Cuerda de Tambores - 17.30 hs. en Concepción del Uruguay (se invita al Cuerpo de Baile).

Lunes 28 de Enero - Ensayo del Cuerpo de Baile (todos sus integrantes) en "La Iglesia" - 20.00 hs.

Miércoles 30 de Enero - Ensayo General de la Cuerda de Tambores y Cuerpo de Baile en Concepción del Uruguay, 20.00 hs.

Viernes 01 de Febrero - Ensayo de la Cuerda de Tambores - 20.00 hs. en Concepción del Uruguay (se invita al Cuerpo de Baile).

miércoles, 2 de enero de 2008

LA FIGARI SE VA A COLONIA DEL SACRAMENTO


El sábado 5 de enero, LA FIGARI se va a Colonia del Sacramento. Hemos sido invitados a participar en la festividad organizada por el cantautor uruguayo Yabor, que lleva a cabo el "Día de San Baltazar" en esta Ciudad conjuntamente con la IMC, el Ministerio de Educación y Cultura y el Ministerio de Turismo.
Nos llevan en ómnibus y debemos estar en "La Iglesia" a partir de las 13.45 hs.. Exhortamos a todos los compañeros/as que no puedan concurrir y tengan ropa de desfile de La Figari, que hoy miércoles 2 de diciembre lleven esa vestimenta al ensayo General de Cuerda y Cuerpo de Baile (20.00 hs. en Concepción del Uruguay y Quiebrayugos) para que la puedan usar aquellos que sí pueden ir a Colonia y no tienen ropa para desfilar.
Nos vemos entonces esta noche en el ensayo, un abrazo para todos/as.
Francisco