viernes, 23 de noviembre de 2007

EL SOMBRERERO


Sonó el teléfono, escuché la voz cascada: un error así, no puedo creer, óigame bien, yo no hablo por hablar, que una equivocación vaya y pase, a cualquiera le sucede, pero un error así...
Me quedé mudo. Me vi venir lo peor. Yo acababa de publicar un libro sobre fútbol en un país, mí país, donde todos son doctores en la materia. Cerré los ojos y acepté mi condenación:
–El Mundial del 30 –acusó la voz, gastada pero implacable.
–Sí–musité.
–Fue en julio.
–Sí.
–¿Y cómo es el tiempo en julio, en Montevideo?
–Frío.
–Muy frío –corrigió la voz, y atacó:
–¡Y usted escribió que en el estadio había un mar de sombreros de paja! ¿De paja? –se indignó–. ¡De fieltro! ¡De fieltro, eran! .
La voz bajó de tono, evocó:
–Yo estaba allí, aquella tarde. 4 a 2 ganamos, lo estoy viendo. Pero no se lo digo por eso. Se lo digo porque yo soy sombrerero, siempre fui, y muchos de aquellos sombreros... los hice yo.
*Eduardo Galeano / Bocas del Tiempo

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