miércoles, 5 de noviembre de 2008

Candombe, chica y bámbula (2da. parte)

Comparsas negras en el Carnaval de 1832
La presencia del negro en el carnaval montevideano no data de 1870, época ésta en que se fundan las primeras "sociedades de negros", como se ha repetido hasta el cansancio en artículos y hasta en libros. Cuarenta años antes, por lo menos, ya hay documentos que certifican la intervención del hombre de color, en calidad de tal, dentro de las clásicas fiestas. El periódico satírico "La Matraca" en su número del 13 de marzo de 1832 publica una visión de las carnestolendas de ese año con estas vívidas palabras: "Unos van, otros vienen unos suben, otros bajan. Aquí un turco, allí un soldado de la marina: el mamarracho de los Diablos, el cartel de la comedia. Por acá la policía, por allá los negros con el tango". Esta última referencia al "tango" de los negros tomada como acepción genérica del Candombe, reproduce el mismo hecho de 1807 que comentamos en nuestro título anterior. Nos extraña el párrafo que se refiere a "los Diablos"; ¿es acaso una expresión similar a los "diablitos" de Colombia o de México? El documento no aclara nada al respecto y sería peligroso extraer correlaciones con aquella danza tan característica de las repúblicas del Norte.

La aparición de la palabra "Candombe"
Hasta ahora la danza negra venía cubierta con dos títulos: calenda y tangos. Después de 1830 comienza aparecer el nombre de candombe. Luciano Lira publica en el año 1835 el primer tomo del "Parnaso Oriental" figurando en el una de las composiciones de Francisco Acuña de Figueroa que le dio mayor celebridad. Esta página data de 1830 aproximadamente. La precitada composición demuestra la presencia de la palabra candombe en el documento más remoto que hemos hallado. Dice así: "Canto patriótico de los negros celebrando a la ley de Libertad de Vientres y a la Constitución":

"Compañelo di candombe Pita pango e bebe chicha.Ya le sijo que tienguemo No se puede sé cativa: Pol eso lo Camundá, Lo Casanche, lo Cabinda, Lo Banguela, Manyolo, Tulo canta, tulo grita"...

Edicto policial sobre Candombes en 1839
El 28 de junio de 1839 la policía libra un edicto reglamentando "Los bailes denominados Candombes, con el uso del tambor". En él se establecen que están prohibidos en el interior de la ciudad y sólo permitidos frente al mar hacia la parte Sur, los días festivos, debiendo terminar a las nueve de la noche. Posteriormente fueron consentidos dentro de las casas en distintas partes de la ciudad. El edicto de 1839 quizás haya sido el último de la serie que se inicia en 1807 cuando el Cabildo resuelve por igual limitar estas expresiones. (Adolfo Rodríguez: "El Digesto Nacional", página 21, Montevideo, 1860).

La chica y la bámbula de 1857
A los nombres de calenda, tangos y candombe, cabe agregar ahora dos más: chica y bámbula. Según se desprende del documento que transcribimos líneas abajo la danza negra en el Uruguay poseía dos variantes: una de ellas era la danza de parejas sueltas de conjunto como el candombe o la chica; la otra era la danza guerrera que vio bailar d'Orbigny en 1827 y que al parecer llamábase la bámbula.Un articulista del "Comercio del Plata" del 21 de enero de 1857 se refiere a dos bailes negros que se practican en el Uruguay. Tiene esta crónica una encantadora inocencia y por la precisión de su detalle merece ser transcripta en toda su extensión:"Mui pocas ciudades de la América del Sur pueden reivindicar presentemente más que nosotros ese viejo diploma literario. Templo de las bellas artes. En efecto, poseemos en una escena magnífica todas las expresiones reunidas sea en el canto, sea en el drama, del ingenio humano y esas celebridades que han llenado de sorpresa y admiración los grandes pueblos europeos, empiezan a seguir en sus pasos el camino de Montevideo, como antes se transportaban de París a Londres en un día de descanso"Por derecho que tengamos a ser orgullosos no dejamos de mirar alrededor de nuestra vida cotidiana todo lo que de cerca o de lejos, en tal o cual modo representa las pasiones o sensaciones del alma".
"En apoyo de esta opinión, el humilde crítico podría recordar el ejemplo de los ilustrados señores Alejandro Dumas y Julio Janin a quienes encontró cierto día en París en el teatro de los funambuls (bailarines de cuerda). Dos días antes, Alejandro Dumas había hecho representar en el teatro francés su célebre drama Antonini y Julio Janin lo había criticado en el tan acreditado Journal des Débats; y entretanto, después, venían los dos juntos para observar y criticar la mímica del payaso y las gracias de la Colombina"."Nosotros, pigmeos al lado de tales ilustraciones, ¿por qué nos tomaremos la licencia de hacer algunas observaciones críticas respecto al baile de los negros, esa perpetua e inimitable diversión que los descendientes de la raza africana quieren tanto, por ciudadanos políticos que sean, como antes la querían bajo las cadenas de la esclavitud?"."La chica es un bello baile apasionado, novelesco; es decir, la cachucha de los negros: ese viejo drama de amor en acción que atraviesa todas las generaciones del mundo, que se transmite por todos los senos y todas las pupilas de la especie humana, sean de tal o cual color, y constituye una de esas poderosas leyes de igualdad que dios ha establecido en su eterna sabiduría para protestar contra los excesos y las tiranías de los mortales"."La bámbula, mímica guerrera, esgrima de bastones muy semejante a la pírrica de los griegos, ese baile de las lanzas chocando contrga los escudos, no gusta más en el tiempo presente que a los patriarcas de la gente morena.
La generación nueva, sobre todo entre las mujeres, desdeña esos recuerdos de los antepasados; las negritas jóvenes y buenas mozas se entregan ardientemente a las delicias de la polka, de la mazurca, de la varsoviana, libando la copa envenenada de las emociones europeas, y como sucede a todo lo que es o se figura ser perfeccionado, desprecian altamente a sus parientes".Este documento revela dos cosas importantes: el nombre y la descripción de dos danzas afro-uruguayas y la demostración de que una de ellas se hallaba ya en decadencia a mediados del pasado siglo, ya que las jóvenes de color se entregaban a las danzas de salón de esa época, desdeñando el baile de sus progenitores que constituía una edad vencida. Permite esta referencia, de todas maneras, filiar dos danzas bien diferenciadas: la chica o candombe, y la bámbula o danza guerrera.

El folklore musical uruguayo / Lauro Ayestarán - Bolsilibros Arca Montevideo - 1967
Pintura - Pedro Figari "Candombe"

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