miércoles, 26 de diciembre de 2007

HOY - ENSAYO GENERAL - HOY


HOY MIERCOLES 26 DE DICIEMBRE, LA FIGARI TIENE ENSAYO GENERAL DE SU CUERDA DE TAMBORES Y CUERPO DE BAILE.

LA CITA ES A LAS 20.00 HS. EN CONCEPCION DEL URUGUAY ESQUINA QUIEBRAYUGOS. SE PIDE PUNTUALIDAD Y CONCURRENCIA.

HORACIO "TATO" LOPEZ- Deportista, escritor, tamborilero, compañero de Comparsa....


Fue el mejor jugador que haya existido en las selecciones nacionales de básquetbol. A los quince años debutó con la celeste y jugó su primer sudamericano de adultos al cumplir los dieciséis. En 1984 fue el goleador en los Juegos Olímpicos de Los Angeles, mejor jugador de los sudamericanos de Medellín y Valencia, goleador de las ligas italiana, argentina y brasilera, su lista de triunfos fue rápida. Profesional, exigente y autodisciplinado, como pocos.
Se retiró a los 35 años. Dejó el básquetbol temiendo extrañarlo inexorablemente, como un ahogo, la adrenalina que no se dispara o el aire que nunca alcanza. Pero puede decir que esa sensación todavía no llegó. La suple, como un eterno caminante del destino.
Se animó a ser periodista deportivo, a armar una escuelita de básquetbol, a recorrer rincones de nuestra geografía como alguna vez lo hiciera con los del resto del mundo, como un viajero inquieto y comprometido. Y además, a hacer un libro –La vereda del destino-, su autobiografía. Y lo hizo con pasión y destreza narrativa, ganando –siempre Tato– el último premio Revelación Bartolomé Hidalgo 2007.
Sabe jugar a este juego, también, el de la vida.
Básquetbol y Magia
La altura siempre fue, evidentemente, algo notorio. Empezó siendo una dificultad en el día a día –ya se sabe lo duro que es conseguir calzado número 47 o lograr que los pantalones no queden cortos–, pero luego fue el disparador de todo su potencial físico.
“En determinado momento de la vida, cuando sos adolescente, se puede decir que molesta un poco. Eso que en principio es una complicación, después en el básquetbol pasa a ser la magia. Sacás pecho, espalda y decís: sí, soy alto”.Bohemios fue el club de sus triunfos. El equipo, los entrenamientos, el jugar duro, el que definas un encuentro y “siendo apenas un chiquilín madurás a golpazos porque todo un partido depende de vos”, fueron la materia con la que hizo su rápida carrera.
Pero vino también el mal momento. En 1984 fue procesado –lo agarraron con un porro– y le adjudicaron suministro de estupefacientes. Tuvo que cumplir condena de varios meses y ver alejarse uno a uno a los que agachaban la cabeza, mientras otros, los de Bohemios, lo apoyaron siempre.
“Tuve muy buenos consejeros, y rapidito me dieron dos golpazos. Uno me metieron en cana, y otro me agarró la tablita. Así que todos los aprendizajes que había para hacer los hice apurado. Cuando se desmorona todo, siempre hay gente que no aparece. Yo lo vi temprano, con mis errores y dificultades, pero lo vi temprano”.
Una cita crítica le hace reaccionar: “Es un buen profesional, pero no sabe jugar en equipo”. Eso se ha escuchado por acá. “¿Donde se dijo?”, se inquieta. La mirada y el cuerpo se comportan de manera diferente y la conversación deriva a lugares de discusión, enfrentamientos dentro del mundo de los periodistas deportivos. El punto está allí: indudablemente, Tato López es un tipo polémico.
Las satisfacciones, pero también los conflictos con los dirigentes, el porqué de su distanciamiento, las críticas asociadas indiscutiblemente al que hace espacio, al que molesta, a ese a quien el mundo le reserva un lugar privilegiado.El deporte siempre fue el eje de su vida. Sin importar cuál deporte, voleibol, béisbol o ping pong, los practicó desde niño. Recién más tarde apareció el básquetbol, que lo aprendió literalmente en “la cancha”.
“En una primera práctica iba a jugar mi primer partido. Y el profe dice que va a dar el salto inicial en la mitad de la cancha y me pone a saltar. La tira y salto con toda mi fuerza, la toco, la agarro, y me quedé con la pelota. Así fueron mis inicios.”
Ese salto le condujo a otros mundos, será por eso que cree en el deporte como herramienta para transformar cosas. “El deporte tiene un sentido mucho más amplio, como disparador, para llegar a más gente”.
Pero siempre llega el momento de hacerse a un lado. Y no precisamente a la banca de la reserva, sino al equipo de quienes vivieron tiempos gloriosos. Es la hora del retiro. De experimentar lo que significa para un deportista saber del éxito – él lo supo y mucho – y cómo es reorganizarse para una nueva vida. Saber para un deportista que el tiempo llega, que hay un tiempo útil en la cancha, y otro que empieza afuera.
“La vida cambia absolutamente. Desde lo económico hasta la organización familiar. A veces el retiro da miedo. Para la gente puede ser trágico. Con el paso del tiempo, uno se va haciendo anónimo. A mí me pasó, que saliendo con mi padre a caminar, me dijo: ahora sí se puede salir contigo. De eso hace algún tiempo. Porque ahora es como vivir una desaparición y una nueva aparición. La televisión, el periodismo, el libro…”.
Nunca se fue del todo. Siguió en la cancha, pero jugando otra posición. En 2001 enseñó lo que sabe en una escuelita de básquetbol de Aguada. Hablar de esto le gusta. La conversación se distiende y el Tato se vuelve manso, disfrutable, un chiquilín. Este es un punto donde se quiebra el deportista, y se deja ver frágil, al hombre. La mesa se distiende, las copas, las ensaladas –siempre saludables– y la carne jugosa y espesa nos reúne.
“Eramos un equipo, donde yo estaba al frente. Es muy diferente ser jugador de alta competencia que enseñar a niños de 5 años. Pasamos bárbaro, nos divertimos, fue genial”.
El Tato disfruta de todos sus logros, que le van llegando uno detrás de otro, porque es de los que se atreven a entregarse: incluso pudiera hasta plantearse dirigir a un equipo de primera.
“En este momento a corto plazo no, lo que no significa que no lo vaya a hacer. Lo tuve muy pensado pero me agarró el mundo del periodismo deportivo y me encantó. Pero no lo descarto hacer más adelante”.Bien claro tiene lo que debe inculcar como entrenador. El mismo lo vivió: el trabajo como único generador de logros. “Trabajo, trabajo y trabajo. Yo me basaría en buscar talentos a una temprana edad o detectar cualidades en jugadores ya hechos que no han sido tocadas. Pero todo esto no es nada sin lo que te decía antes, trabajo”.
Reflexiona un poco sobre el éxito. Sobre las secuelas del mismo y sobre las grandes satisfacciones. Inevitablemente sale el viaje. “Esa es una de las cosas copadas que tiene viajar. Uno es anónimo. Acá ni vos ni nadie es anónimo. Uno pasa de ser una figura al anonimato. Porque el éxito te hace pagar muchas cosas”.
Ganando con las letras
Quizás sea cierto que le guste el anonimato ocasional. Pero acá, en casa, vuelve a ser una celebridad y ahora como escritor. El libro llegó, porque no esperó nada. Quinta edición. Premio Bartolomé Hidalgo Revelación 2007. Por “La vereda del destino” es un texto escrito desde el corazón y la intimidad. Su autobiografía.
“Sabés como lo craneé? Viste que estamos en la era del zapping, donde nos cuesta enfocar. La atención es mucho más dispersa. Bueno, acá la cultura es así. Traté de buscar la estructura de zapping. Son dos historias. Lo podés leer así, pasando y saltando. Cien años de soledad es maravilloso, pero las primeras cuarenta páginas son medio tediosas. Yo dije: a mi nadie me va a dar cuarenta o cincuenta páginas antes de leerme. Entonces dije: algo que sea zapping, con muchos hilos. Hasta pensé en hacerlo leer también en otro orden, al estilo de Rayuela, de Cortazar; pero dije: pará, pará un poco”.Y así se lee también: a saltos. Tato sonríe, se sabe cómplice del lector. “Gozo cada etapa del libro como la primera. Desde que la editora lo leyó y me dijo lo vamos a editar, cuando vi la tapa, cada paso con la fascinación de un niño. Todo en él son satisfacciones.”
Vivir aca
Lo peor y lo mejor de la uruguayez, pregunto.Se aquieta todo. Respira. Quizás India dentro, el éxito, los palos, las distancias, la soledad, la estabilidad relativa de estar viviendo acá. Todo se junta en fracciones, en silencios y en mínimos rastros al apoyar la copa, o en el punto donde posa una cierta mirada.
“Lo peor es hacer que hacemos, si, eso… y “lo que yo no puedo vos tampoco”… “Hacer que hacemos” y “lo que yo no puedo vos tampoco”… Eso. Eso”.Y lo mejor –le recuerdo–.Lo mejor. Piensa. Piensa un rato. Tomamos otro trago de vino, y las gargantas crujen. La mesa se disuelve. Los restos, el vino, la risa. Afuera la primavera se hace sentir, con un aire tibio que abre la noche.“Lo mejor está por venir. Es el futuro”.
“Tu destino está escrito en tu mano derecha; en tu mano izquierda, sin embargo, está la posibilidad de que puedas cambiarlo con la fuerza de tus pensamientos, ya que eso serás mañana, serás lo que hoy piensas”.No quiero tranquilidad, Señor. Quiero una vida intensa. –le pedí–.Te la concederé.(La vereda del Destino . Horacio “Tato” López, Edición 2007)
Iniciar el viaje
Después de retirarse del básquetbol, decidió iniciar el viaje. Tato es un incansable viajero; mental, físico y espiritual.“Es el adiós a la adrenalina, pensaba. Cómo hago yo para suplir esas dos o tres veces por semana de adrenalina pura. Lo podés suplir con cualquier cosa”. Pero retirado del básquetbol, descubrió otro universo: viajó por India, Nepal, Europa, sudeste asiático, y desde Guatemala se lanzó por tierra hasta Uruguay.Se relacionó con la cultura en India, con todo el resto de viajeros y países, con la esencia de los lugares y, lo mejor, consigo mismo. Su periplo fue un antes y un después en su vida.“Después que estás viajando tenés tres viajes. Uno es el que haces por el país, otro con la gente que está viajando, y por último el viaje con vos mismo. Cuando viajas no tenés pasado ni futuro. Entonces, dejás el lugar de pertenencia y vos mismo empezás a reconocerte en lo que generas en los demás”.Intenta capturar lo que vivió como inicios de aprendizaje, y agrega, con la simpleza que delata lo certero de esa enseñanza: “Cuando llegué a India, dije: cuanta ignorancia, cuanta pobreza. Lo sentí. Cuando volvía aquí dije: cuanta ignorancia, cuanta pobreza”.Sus experiencias traen un concepto, la contemplación. “Vos ves en India que todas las tardes, un tipo, está de cuclillas. No es gurú, ni maestro, ni discípulo de nadie. Es un indio. Está contemplando. En India no lo lees, lo vivís”. El espacio se debate sobre si es posible quedarse quieto. Si es posible, necesario, útil. Se debate un largo rato, acalorado en movimientos y opiniones. “La incapacidad nuestra de quedarnos quietos. Ellos son la cultura de espalda derecha, de no buscar con qué entretenerse. Vos lo empezás a proyectar y una cosa es guerra y otra es paz. Una cosa es necesidad y otra autosuficiencia. Por eso digo, son inicios de aprendizajes. Te da otra percepción de la vida, de la cultura y del planeta”.Podría seguir viajando. Pero para viajar se necesita tiempo, y el movimiento, a veces, también está en la quietud. Ahora tiene proyectos varios y tenaces. Y hay una tranquilidad, una certeza, ahora, ya más grande, no más viejo, nunca, sino más grande. El Tato niño, el adolescente, el goleador, el que define partidos, el que conoció el Vilardebó, el viajero, el solitario, el polémico, el numero uno. Están todos. Y así se reflejan

Reportaje Revista Sala de Espera.

martes, 18 de diciembre de 2007


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Ría
Perdone
Relájese
Pida ayuda
Haga un favor
Exprese lo suyo
Vaya a caminar
Rompa un hábito
Salga a bailar
Pinte un cuadro. Sonría a su hijo
Permítase brillar. Mire fotos viejas
Lea un buen libro. Cante en la ducha
Escuche a un amigo. Acepte un cumplido
Muestre su felicidad. Escriba en su diario
CONTAMINE CON AMOR
Ayude a un anciano. Cumpla sus promesas
Sea un niño otra vez. Escuche a la naturaleza
Trátese como a un amigo. Permítase equivocarse
Haga un álbum familiar. Dese un baño prolongado
Por hoy no se preocupe. Deje que alguien lo ayude
Mire una flor con atención. Pierda un poco de tiempo
Apague el televisor y hable. Escuche su música preferida
Aprenda a vivir rodeado de mucha paz
Llame a sus amigos por teléfono. Haga un pequeño cambio en su vida
Haga una lista de cosas que hace bien. Vaya a la biblioteca y escuche el silencio
Cierre los ojos e imagine las olas de la playa. Hágale sentirse bienvenido a alguien
Dígale a la persona amada cuánto la quiere
Dele un nombre a una estrella
Sepa que no está solo
Piense en lo que tiene
Hágase un regalo
Respire profundo
Cultive el amor
POR ULTIMO .....PASELO MUY RECONTRA BIEN!!! .....
FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO 2008

lunes, 17 de diciembre de 2007

Celebración de la fantasía

Fue a la entrada del pueblo de Ollantaytambo, cerca del Cuzco. Yo me había despedido de un grupo de turistas y estaba solo, mirando de lejos las ruinas de piedra, cuando un niño del lugar, enclenque, haraposo, se acercó a pedirme que le regalara una lapicera. No podía darle la lapicera que tenía, por que la estaba usando en no sé que aburridas anotaciones, pero le ofrecí dibujarle un cerdito en la mano.
Súbitamente, se corrió la voz. De buenas a primeras me encontré rodeado de un enjambre de niños que exigían, a grito pelado, que yo les dibujara bichos en sus manitas cuarteadas de mugre y frío, pieles de cuero quemado: había quien quería un cóndor y quién una serpiente, otros preferían loritos o lechuzas y no faltaba los que pedían un fantasma o un dragón.
Y entonces, en medio de aquel alboroto, un desamparadito que no alzaba mas de un metro del suelo, me mostró un reloj dibujado con tinta negra en su muñeca:
-Me lo mandó un tío mío, que vive en Lima -dijo
-Y anda bien -le pregunté
-Atrasa un poco -reconoció.

Eduardo Galeano

viernes, 14 de diciembre de 2007

A los amigos de este Blog.

A los amigos que me han expresado su apoyo en esta labor que hemos emprendido de la comunicación vía internet, les digo muchas gracias, a todos los que desde el silencio visitan cotidianamente el Blog, muchas gracias.

Este ha sido un año de mucha actividad y cambios para nuestra Comparsa. El año próximo tendremos otros desafíos y deberemos estar muy unidos para enfrentarlos. Yo confío en el grupo humano que conformamos.

Les deseo a todos una hermosa navidad y un 2008 que traiga nuevos bríos y esperanza.

Francisco

martes, 11 de diciembre de 2007

NAVIDAD A LA URUGUAYA

La noche del 24
El lechón y el cordero son clásicos, hoy la cosa ha cambiado un poco y el pollo ha hecho su entrada triunfal.
La mesa es grande y se comienza con la "picadita" cuando todos han llegado como a las 10:00. Fiambres, quesos, saladitos varios, whisky, vino, refrescos, jugos, los arrebatos a la parrilla de chorizos, morcillas, salchichas, etc.
Cerca de la medianoche ya todos estamos en clima festivo totalmente, ya hemos degustado bastante de la parrilla y demás... ¡y eso que aún no empieza!
A las doce se brinda con sidra, moscatos, algún champagne generalmente. Nos reencontramos con los parientes que estuvieron alejados en el año, nos abrazamos fuertemente con nuestros seres queridos. Y vamos a dar rienda suelta a nuestra aficción de estruendo junto a los mas chicos, fuegos artificiales, bombas de estruendo, etc. etc. y saludos a los vecinos del barrio y brindis en la calle con lo que lleva cada uno. Volvemos ya medio entonados porque se viene la cena; otra vez a comer pero ahora "en serio" con todas las de la ley, comemos nuevamente como si fuera un campeonato, vino, cerveza, etc. Y después de la cena llega el turno del pan dulce, el budín inglés, los turrones, helados, ensalada de fruta, etc. Luego las parejas se van a saludar a sus contrapartes, es decir los hijos a sus suegros, los nietos a sus otros abuelos, y así la casa queda vacía de los que vinieron.
Pero ahí no termina todo. La casa se llena de nuevo porque llegan los que estaban en la situación inversa. Es así que la casa vuelve a estar llena y se calienta un poco de asado de nuevo, se renueva la mesa y se sigue comiendo para atender los comensales que llegaron.
Sobre la 1:00am, los jóvenes salen a los bailes respectivos de Navidad. Es decir que quedan los mayores en la mesa, bueno, los que quedan en pie. Comienzan a contarse las viejas historias mientras se juntan las cosas de la mesa dejando algo para seguir.
Se organiza una picadita de sobremesa. Porque ahora llegan los que salieron al principio. Algún bailongo casero donde nos reímos hasta las lágrimas con el tío que se mamó, donde hasta la abuela baila alegremente. A las 4:00am quedan pocos de pie. Mas tarde los jóvenes llegan de los bailes y a dormir unas pocas horas.
25 de Diciembre - Navidad -
El 25 se reúnen al almuerzo con la otra parte de la familia. Allí es una comida puramente familiar, ya no habrá más salidas ni visitas. Si pasaste o esperaste la Navidad con tus padres, el 25 te toca con tus suegros. Esa comida es muy tranquila, todo el mundo anda como en cámara lenta, pero igual nos mandamos tremendas picadas antes del almuerzo. La tarde del día de Navidad es de una acentuada quietud, algunos van a la playa si el clima permite, otros a disputar algún "picadito" de futbol en el barrio, en la esquina algunos tambores llaman a un toque navideño y se arma la comparsa improvisada. Tenemos pocos días para reponernos, corotropina, uvasal, alikal y otros digestivos son nuesrtros aliados, se nos viene fin de año y debemos estar preparados para poder enfrentarlo.

jueves, 6 de diciembre de 2007

LLAMADAS DE "LA JACINTA"

9 DE DICIEMBRE

Desde las 16 hs.


Desfile de Llamadas por la calle Dr. Lorenzo Fernández desde la Av. Gral. Flores hasta Caraguatá

(plazoleta "Del Obispado").


Participan: Elumbé, La Figari, La Fuerza, La Gozadera, La Jacinta, Las Cuerdas de Ejido y Mi Morena


Grupo de Danza Contemporánea de la Escuela Esquinera
"La Banda de la Luna Azul"
"Lubola Banda"


Se exhibirá el documental "Ansina", de Pedro "Perico Gularte"

miércoles, 5 de diciembre de 2007

lunes, 3 de diciembre de 2007

FIESTA DE LAS ESQUINAS DE LA CULTURA

El pasado viernes 30 de noviembre, se llevó a cabo la Fiesta de las Esquinas en la explanada municipal. Este evento contó con una gran afluencia de público, miles de vecinos que provenían de las esquinas culturales de los barrios de Montevideo se dieron cita para compartir una noche de alegría . LA FIGARI tuvo una participación estupenda con su Cuerda de Tambores, su Cuerpo de Baile y sus banderas, siendo muy ovacionada por la gente que vibraba al son de las lonjas a nuestro paso.
Felicitaciones a los compañeros y compañeras de la Comparsa.
Vamo`arriba LA FIGARI!!

CASA TOMADA - Julio Cortázar

Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le daba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos a mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos pocos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y como nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther antes de que llegáramos a comprometernos. Entrábamos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por los bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por qué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mí, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.Pero es de la casa que me interesa hablar de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetir sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor llenos de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor de preguntarle a Irene qué pensaba hacer con ellas.No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba la plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene sólo la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.Como no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban nuestros dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte más retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y más allá empezaba el otro lado de la casa, o bien podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y al baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no daba la impresión de los departamentos que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y en los pianos.Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la puerta antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.Fui a la cocina, calenté la pavita , y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo.Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.-¿Estás seguro?Asentí.-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en retomar su labor. Me acuerdo que tejía un chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene extrañaba unas carpetas, un par de pantuflas que tanto la abrigaban en invierno. Yo sentía mi pipa de enebro y creo que Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de la cómoda y nos mirábamos con tristeza.-No está aquí.Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido del otro lado de la casa.Pero también tuvimos ven tajas. La limpieza se simplificó tanto que aún levantándonos tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensábamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerzo Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar al tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:-Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradillo de papel para que viese algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba enseguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene me decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer al cobertor. Nuestros dormitorios tenían al living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.A parte de eso estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y en el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en voz más alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay mucho ruido de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos más despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.No nos mirábamos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuertes pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente.-No, nada.Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.