


Sus obras reflejan las influencias de Herbert Spencer, John Stuart Mill y Henri Bergson, autores que le sirvieron de punto de partida para arribar a un sistema propio expuesto en el texto Lógica viva (1910), donde se propone enseñar a reconocer la confusión y el error, al tiempo que aspira a establecer una "psicológica". En Moral para intelectuales (1909) desarrolla una casuística laica, donde lo que importa es alcanzar un "estado de espíritu" apoyado en el "sentido común hiperlógico". Dentro de su amplia producción destacan, además, Los problemas de la libertad, Conocimiento y acción, Sobre feminismo y Fermentario.