jueves, 10 de enero de 2008

Escritores uruguayos - Mario Benedetti "Los Pocillos"

Los pocillos eran seis: dos rojos, dos negros, dos verdes, y además importados, irrompibles, modernos. Habían llegado como regalo de Enriqueta, en el último cumpleaños de Mariana, y desde ese día el comentario de cajón había sido que podía combinarse la taza de un color con el platillo de otro. "Negro con rojo queda fenomenal", había sido el consejo estético de Enriqueta. Pero Mariana, en un discreto rasgo de independencia, había decidido que cada pocillo sería usado con su plato del mismo color.
"El café ya está pronto. ¿Lo sirvo?", preguntó Mariana. La voz se dirigía al marido, pero los ojos estaban fijos en el cuñado. Este parpadeó y no dijo nada, pero José Claudio contestó: "Todavía no. Esperá un ratito. Antes quiero fumar un cigarrillo." Ahora sí ella miró a José Claudio y pensó, por milésima vez, que aquellos ojos no parecían de ciego.
La mano de José Claudio empezó a moverse, tanteando el sofá. "¿Qué buscás?", preguntó ella. "El encendedor." "A tu derecha." La mano corrigió el rumbo y halló el encendedor. Con ese temblor que da el continuado afán de búsqueda, el pulgar hizo girar varias veces la ruedita, pero la llama no apareció. A una distancia ya calculada, la mano izquierda trataba infructuosamente de registrar la aparición del calor. Entonces Alberto encendió un fósforo y vino en su ayuda. "¿Por qué no lo tirás?" dijo, con una sonrisa que, como toda sonrisa para ciegos, impregnaba también las modulaciones de la voz. "No lo tiro porque le tengo cariño. Es un regalo de Mariana."
Ella abrió apenas la boca y recorrió el labio inferior con la punta de la lengua. Un modo como cualquier otro de empezar a recordar. Fue en marzo de 1953, cuando él cumplió 35 años y todavía veía. Habían almorzado en casa de los padres de José Claudio, en Punta Gorda, habían comido arroz con mejillones, y después se habían ido a caminar por la playa. El le había pasado un brazo por los hombros y ella se había sentido protegida, probablemente feliz o algo semejante. Habían regresado al apartamento y él la había besado lentamente, morosamente, como besaba antes. Habían inaugurado el encendedor con un cigarrillo que fumaron a medias. Ahora el encendedor ya no servía. Ella tenía poca confianza en los conglomerados simbólicos, pero, después de todo, ¿qué servía aún de aquella época?
"Este mes tampoco fuiste al médico", dijo Alberto.
"No."
"¿Querés que te sea sincero?"
"Claro."
"Me parece una idiotez de tu parte."
"¿Y para qué voy a ir? ¿Para oirle decir que tengo una salud de roble, que mi hígado funciona admirablemente, que mi corazón golpea con el ritmo debido, que mis intestinos son una maravilla? ¿Para eso querés que vaya? Estoy podrido de mi notable salud sin ojos."
La época anterior a la ceguera, José Claudio nunca había sido especialista en la exteriorización de sus emociones, pero Mariana no se ha olvidado de cómo era ese rostro antes de adquirir esta tensión, este resentimiento. Su matrimonio había tenido buenos momentos, eso no podía ni quería ocultarlo. Pero cuando estalló el infortunio, él se había negado a valorar su amparo, a refugiarse en ella. Todo su orgullo se concentró en un silencio terrible, testarudo, un silencio que seguía siendo tal, aún cuando se rodeara de palabras. José Claudio había dejado de hablar de sí.
"De todos modos debería ir", apoyó Mariana. "Acordate de lo que siempre te decía Menéndez."
"Cómo no, que me acuerdo: Para Usted No Está Todo Perdido. Ah, y otra frase famosa: La Ciencia No Cree en Milagros.
Yo tampoco creo en milagros." "¿Y por qué no aferrarte a una esperanza? Es humano."
"¿De veras?" Habló por el costado del cigarrillo.
Se había escondido en sí mismo. Pero Mariana no estaba hecha para asistir, simplemente para asistir, a un reconcentrado. Mariana reclamaba otra cosa. Una mujercita para ser exigida con mucho tacto, eso era. Con todo, había bastante margen para esa exigencia; ella era dúctil. Toda una calamidad que él no pudiese ver; pero esa no era la peor desgracia. La peor desgracia era que estuviese dispuesto a evitar, por todos los medios a su alcance, la ayuda de Mariana. El menospreciaba su protección. Y Mariana hubiera querido -sinceramente, cariñosamente, piadosamente- protegerlo.
Bueno, eso era antes; ahora no. El cambio se había operado con lentitud. Primero fue un decaimiento de la ternura. El cuidado, la atención, el apoyo, que desde el comienzo estuvieron rodeados de un halo constante de cariño, ahora se habían vuelto mecánicos. Ella seguía siendo eficiente, de eso no cabía duda, pero no disfrutaba manteniéndose solícita. Después fue un temor horrible frente a la posibilidad de una discusión cualquiera. El estaba agresivo, dispuesto siempre a herir, a decir lo más duro, a establecer su crueldad sin posible retroceso. Era increíble cómo hallaba a menudo, aún en las ocasiones menos propicias, la injuria refinadamente certera, la palabra que llegaba hasta el fondo, el comentario que marcaba a fuego. Y siempre desde lejos, desde muy atrás de su ceguera, como si ésta oficiara de muro de contención para el incómodo estupor de los otros.
Alberto se levantó del sofá y se acercó al ventanal.
"Que otoño desgraciado", dijo, "¿Te fijaste?" La pregunta era para ella.
"No", respondió José Claudio. "Fijate vos por mí."
Alberto la miró. Durante el silencio, se sonrieron. Al margen de José Claudio, y sin embargo, a propósito de él. De pronto Mariana supo que se había puesto linda. Siempre que miraba a Alberto se ponía linda. El se lo había dicho por primera vez la noche del 23 de abril del año pasado, hacía exactamente un año y ocho días: una noche en que José Claudio le había gritado cosas muy feas, y ella había llorado, desalentada, torpemente triste, durante horas y horas, es decir, hasta que había encontrado el hombro de Alberto y se había sentido comprendida y segura. ¿De dónde extraería Alberto esa capacidad para entender a la gente? Ella estaba con él, o simplemente lo miraba, y sabía de inmediato que él la estaba sacando del apuro. "Gracias", había dicho entonces. Y todavía ahora la palabra llegaba a sus labios directamente desde su corazón, sin razonamientos intermediarios, sin usura. Su amor hacia Alberto había sido en sus comienzos gratitud, pero eso (que ella veía con toda nitidez) no alcanzaba a depreciarlo. Para ella, querer había sido siempre un poco agradecer y otro poco provocar la gratitud. A José Claudio, en los buenos tiempos, le había agradecido que él, tan brillante, tan lúcido, tan sagaz, se hubiera fijado en ella, tan insignificante. Había fallado en lo otro, en eso de provocar la gratitud, y había fallado tan luego en la ocasión más absurdamente favorable, es decir, cuando él parecía necesitarla más.
A Alberto, en cambio, le agradecía el impulso inicial, la generosidad de ese primer socorro que la había salvado de su propio caos, y, sobre todo, ayudado a ser fuerte. Por su parte, ella había provocado su gratitud, claro que sí. Porque Alberto era un alma tranquila, un respetuoso de su hermano, un fanático del equilibrio, pero también, y en definitiva, un solitario. Durante años y años, Alberto y ella habían mantenido una relación superficialmente cariñosa, que se detenía con espontánea discreción en los umbrales del tuteo y sólo en contadas ocasiones dejaba entrever una solidaridad algo más profunda. Acaso Alberto envidiara un poco la aparente felicidad de su hermano, la buena suerte de haber dado con una mujer que él consideraba encantadora. En realidad, no hacía mucho que Mariana había obtenido a confesión de que la imperturbable soltería de Alberto se debía a que toda posible candidata era sometida a una imaginaria y desventajosa comparación.
"Y ayer estuvo Trelles", estaba diciendo José Claudio, "a hacerme la clásica visita adulona que el personal de la fábrica me consagra una vez por trimestre. Me imagino que lo echarán a la suerte y el que pierde se embroma y viene a verme."
"También puede ser que te aprecien", dijo Alberto, "que conserven un buen recuerdo del tiempo en que los dirigías, que realmente estén preocupados por tu salud. No siempre la gente es tan miserable como te parece de un tiempo a esta parte."
"Qué bien. Todos los días se aprende algo nuevo." La sonrisa fue acompañada de un breve resoplido, destinado a inscribirse en otro nivel de ironía.
Cuando Mariana había recurrido a Alberto en busca de protección, de consejo, de cariño, había tenido de inmediato la certidumbre de que a su vez estaba protegiendo a su protector, de que él se hallaba tan necesitado de amparo como ella misma, de que allí, todavía tensa de escrúpulos y quizás de pudor, había una razonable desesperación de la que ella comenzó a sentirse responsable. Por eso, justamente, había provocado su gratitud, por no decírselo con todas las letras, por simplemente dejar que él la envolviera en su ternura acumulada de tanto tiempo atrás, por sólo permitir que él ajustara a la imprevista realidad aquellas imágenes de ella misma que había hecho transcurrir, sin hacerse ilusiones, por el desfiladero de sus melancólicos insomnios. Pero la gratitud pronto fue desbordada. Como si todo hubiera estado dispuesto para la mutua revelación, como si sólo hubiera faltado que se miraran a los ojos para confrontar y compensar sus afanes, a los pocos días lo más importante estuvo dicho y los encuentros furtivos menudearon. Mariana sintió de pronto que su corazón se había ensanchado y que el mundo era nada más que eso: Alberto y ella.
"Ahora sí podés calentar el café", dijo José Claudio, y Mariana se inclinó sobre la mesita ratona para encender el mecherito. Por un momento se distrajo contemplando los pocillos. Sólo había traído tres, uno de cada color. Le gustaba verlos así, formando un triángulo.
Después se echó hacia atrás en el sofá y su nuca encontró lo que esperaba: la mano cálida de Alberto, ya ahuecada para recibirla. Qué delicia, Dios mío. La mano empezó a moverse suavemente y los dedos largos, afilados, se introdujeron por entre el pelo. La primera vez que Alberto se había animado a hacerlo, Mariana se había sentido terriblemente inquieta, con los músculos anudados en una dolorosa contracción que le había impedido disfrutar de la caricia. Ahora no. Ahora estaba tranquila y podía disfrutar. Le parecía que la ceguera de José Claudio era una especie de protección divina.
Sentado frente a ellos, José Claudio respiraba normalmente, casi con beatitud. Con el tiempo, la caricia de Alberto se había convertido en una especie de rito y, ahora mismo, Mariana estaba en condiciones de aguardar el movimiento próximo y previsto. Como todas las tardes, la mano acarició el pescuezo, rozó apenas la oreja derecha, recorrió lentamente la mejilla y el mentón. Finalmente se detuvo sobre los labios entreabiertos. Entonces ella, como todas las tardes, besó silenciosamente aquella palma y cerró por un instante los ojos. Cuando los abrió, el rostro de José Claudio era el mismo. Ajeno, reservado, distante. Para ella, sin embargo, ese momento incluía siempre un poco de temor. Un temor que no tenía razón de ser, ya que en el ejercicio de esa caricia púdica, riesgosa, insolente, ambos habían llegado a una técnica tan perfecta como silenciosa.
"No lo dejes hervir", dijo José Claudio.
La mano de Alberto se retiró y Mariana volvió a inclinarse sobre la mesita. Retiró el mechero, apagó la llamita con la tapa de vidrio, llenó los pocillos directamente desde la cafetera.
Todos los días cambiaba la distribución de los colores. Hoy sería el verde para José Claudio, el negro para Alberto, el rojo para ella. Tomó el pocillo verde para alcanzárselo a su marido, pero antes de dejarlo en sus manos, se encontró con la extraña, apretada sonrisa. Se encontró además, con unas palabras que sonaban más o menos así: "No, querida. Hoy quiero tomar en el pocillo rojo."
Montevideanos 1959

223 comentarios:

«El más antiguo   ‹Más antiguo   201 – 223 de 223
Anónimo dijo...

This is very fascinating, You are a very professional blogger.
I have joined your rss feed and stay up for in search of extra of your fantastic
post. Additionally, I've shared your web site in my social networks

my site ... pirater Un compte facebook

Anónimo dijo...

Does your website have a contact page? I'm having trouble locating it but, I'd like to shoot you an e-mail.
I've got some creative ideas for your blog you might be interested in hearing. Either way, great website and I look forward to seeing it develop over time.

Also visit my webpage removing

Anónimo dijo...

Just desire to say your article is as surprising. The clearness in your post is
just spectacular and i can assume you're an expert on this subject. Fine with your permission allow me to grab your RSS feed to keep up to date with forthcoming post. Thanks a million and please continue the enjoyable work.

Feel free to visit my webpage World Of Tanks Hack

Anónimo dijo...

Hi! I've been reading your site for a while now and finally got the courage to go ahead and give you a shout out from Porter Tx! Just wanted to tell you keep up the excellent job!

Feel free to surf to my web-site: Psn Code Generator

Anónimo dijo...

Thiѕ рost will assist the іnteгnet
ρеoρlе for cгeating nеw webρаgе
or еven a wеblog from start to end.



Check out my pаge :: fast cash for cars

Anónimo dijo...

Asking questions are actually fastidious thing if you are not
understanding something fully, but this article offers pleasant
understanding even.

Take a look at my webpage - wirtualna polska pl

Anónimo dijo...

Hello! I just wish to give an enormous thumbs up for the
great info you could have here on this post. I will likely be coming again to your blog for extra soon.


Feel free to surf to my webpage personalized travel mugs with pictures

Anónimo dijo...

Whats up! I just want to give an enormous thumbs up for the great data you’ve got right here on this
post. I will probably be coming back to your blog for extra
soon.

Here is my site :: bajaj allianz travel insurance reviews

Anónimo dijo...

Pretty nice post. I just stumbled upon your weblog and wanted
to say that I have truly enjoyed surfing around your blog posts.
After all I will be subscribing to your rss feed and I hope you write again soon!


Also visit my web page; Generateur de Code PSN

Anónimo dijo...

Terrific post but I was wondering if you could write a litte more on this
subject? I'd be very thankful if you could elaborate a little bit further. Many thanks!

Also visit my page - Psn Code Generator

Anónimo dijo...

This is very interesting, You're a very skilled blogger. I have joined your feed and look forward to seeking more of your magnificent post. Also, I've shared your web
site in my social networks!

Have a look at my weblog :: The interlace

Anónimo dijo...

What a data of un-ambiguity and preserveness of valuable knowledge concerning unexpected
emotions.

Also visit my page: Psn Code Generator :: http://Www.youtube.com/watch?v=2_5b_nVI6X4 ::

Anónimo dijo...

Great post. I will be experiencing some of these issues as
well..

My blog; Code Psn Gratuit **

Anónimo dijo...

It's awesome to pay a quick visit this web page and reading the views of all colleagues regarding this article, while I am also eager of getting experience.

Feel free to surf to my webpage - Generateur de Code PSN

Anónimo dijo...

I think the admin of this website is actually working hard in favor
of his site, for the reason that here every information is quality based material.



Also visit my web page ... Dragon City Cheat Engine

Anónimo dijo...

With havin so much content do you ever run into any issues
of plagorism or copyright infringement? My blog has a
lot of unique content I've either authored myself or outsourced but it looks like a lot of it is popping it up all over the internet without my authorization. Do you know any ways to help stop content from being stolen? I'd
certainly appreciate it.

Also visit my web page: psn code Generator

Anónimo dijo...

My programmer is trying to persuade me to move to .net from PHP.

I have always disliked the idea because of the expenses. But he's tryiong none the less. I've been
using Movable-type on a number of websites for about a year and am
concerned about switching to another platform. I have heard good things about blogengine.
net. Is there a way I can import all my wordpress posts into it?
Any help would be really appreciated!

Also visit my site: psn code Generator ::
www.youtube.com
::

Anónimo dijo...

I enjoy reading a post that will make people think.
Also, thanks for allowing for me to comment!

my web-site ... psn code generator

Anónimo dijo...

hey there and thank you for your info – I have certainly
picked up anything new from right here. I did however expertise several technical issues using this web site, since I experienced to reload the site many times previous to I could get
it to load properly. I had been wondering if
your web hosting is OK? Not that I am complaining, but sluggish loading instances
times will very frequently affect your placement in google and could damage your high quality score if ads and
marketing with Adwords. Anyway I'm adding this RSS to my email and can look out for a lot more of your respective interesting content. Ensure that you update this again very soon.

Visit my web site :: virility ex :: ::

Anónimo dijo...

Hi there all, here every one is sharing these know-how, therefore it's pleasant to read this weblog, and I used to pay a visit this website everyday.

my weblog; Minecraft Crack

Anónimo dijo...

I quite like reading a post that will make men and women think.
Also, thank you for allowing for me to comment!

Look into my web site ... Minecraft Crack

Anónimo dijo...

What's up friends, nice article and pleasant arguments commented at this place, I am in fact enjoying by these.

Also visit my site :: jailbreak playstation 3

Anónimo dijo...

Hi! I could have sworn I've been to this web site before but after going through a few of the articles I realized it's new to me.
Regardless, I'm certainly happy I stumbled upon it and I'll be book-marking it and checking back often!


Look at my blog: Ps Jailbreak

«El más antiguo ‹Más antiguo   201 – 223 de 223   Más reciente› El más reciente»