
Ahora ya puede distinguir los vaivenes del tronar, sus piernas aceleran el paso y el tambor que cuelga del hombro se acomoda para facilitar el tranco rápido.
Quedan dos cuadras, la ansiedad gana terrero¸ paso y paso.
“Debí haber salido antes” piensa, el retumbe de los tambores ocupa toda su cabeza.
La última esquina y los verá, una sensación de disfrute le embarga.
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