jueves, 22 de mayo de 2008
Escritores Latinoamericanos - Gabriel García Márquez
"...Al principio me pareció que era imposible permanecer tres horas en el mar. Pero a las cinco, cuando ya habían trancurrido cinco horas, me pareció que aún podía esperar una hora más.
-El sol estaba descendiendo. Se puso rojo y grande en el ocaso, y entonces empecé a orientarme. Ahora sabía por donde aparecían los aviones, puse el sol a mi izquierda y miré en línea recta, sin moverme, sin desviar la vista un solo instante, sin atreverme a pestañar, en la dirección en que debía de estar Cartagena, según mi orientación. A las seis me dolían los ojos.
Pero seguía mirando. Incluso después de que empezó a oscurecer, seguí mirando con una paciencia dura y rebelde.
-Sabía que entonces no vería los aviones, pero vería las luces verdes y rojas, avanzando hacia mí, antes de percibir el ruido de los motores. Quería ver las luces, sin pensar que desde los aviones no podrían verme en la oscuridad. De pronto el cielo se puso rojo, y yo seguía escrutando el horizonte. Luego se puso de color de violetas oscuras, y yo seguía mirando. A un lado de la balsa, como un diamante amarillo en el cielo color de vino, fija y cuadrada, apareció la primera estrella. Fue como una señal. Inmediatamente después, la noche, apretada y tensa, se derrumbó sobre el mar... y sobre mí..."
"Relato de un náufrago"
-El sol estaba descendiendo. Se puso rojo y grande en el ocaso, y entonces empecé a orientarme. Ahora sabía por donde aparecían los aviones, puse el sol a mi izquierda y miré en línea recta, sin moverme, sin desviar la vista un solo instante, sin atreverme a pestañar, en la dirección en que debía de estar Cartagena, según mi orientación. A las seis me dolían los ojos.
Pero seguía mirando. Incluso después de que empezó a oscurecer, seguí mirando con una paciencia dura y rebelde.
-Sabía que entonces no vería los aviones, pero vería las luces verdes y rojas, avanzando hacia mí, antes de percibir el ruido de los motores. Quería ver las luces, sin pensar que desde los aviones no podrían verme en la oscuridad. De pronto el cielo se puso rojo, y yo seguía escrutando el horizonte. Luego se puso de color de violetas oscuras, y yo seguía mirando. A un lado de la balsa, como un diamante amarillo en el cielo color de vino, fija y cuadrada, apareció la primera estrella. Fue como una señal. Inmediatamente después, la noche, apretada y tensa, se derrumbó sobre el mar... y sobre mí..."
"Relato de un náufrago"
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